miércoles, 16 de abril de 2008

Cuento: El Milhojas Revolucionario



Un viernes a la noche, sorprendido por la medianera que un vecino con forma de afinador había levantado en el patio de su jardín, Caléndula Martiria y su compatriota Juan Domingo Esternón, salieron de su casa del brazete, para hacer lo que hacían todos los días: ir a la panadería a comprar galletas marineras y torta milhojas, porque siempre decían que una buena tarde comienza en la panadería. Así que montaron su caballo Parquet y tomaron la diagonal Lopez Martes.La panadería se encontraba en frente de la catedral Santa Lucía Miga, que atraía el interés de todos los súbditos madrugantes del pueblo de Analecta la Pochola. El padre Jacinto Xerófilo los recibía sonrientes para dar comienzo a otra misa panquecal con la cual muchas de las ansianas que la concurrían, se emocionaban hasta las lágrimas.


El padre Xerófilo era un muy buen patrocinador. Cuando llegó al pueblo era apenas un seminarista ansioso por encontrar a Dios, pero se rindió cuando murió el Papa Juan Pablo II. Sin embargo, ni hubo método para llegar a Dios que él no haya probado. Mediante una torre de Babel, una casa de cartas, un yenga, una torre de palitos salados. El yenga tenía mucha influencia en la vida de los habitantes de Analecta la Pochola. Se lo consideraba casi sagrado por su infinidad. Pero Caléndula Martiria no se tragaba cualquier cosa. Y no iba a la iglesia Santa Lucía Miga, aunque Juan Domingo Esternón se lo suplicara en varias ocasiones. Ella sostenía que podía ser igual de feliz jugando al ludomatic y oyendo las predicciones del Hormantel.

El Hormantel: conjunto de personas unidas por un propósito. El de predecir si una persona dará ese paso definitivo hoy o mañana.


Caléndula y Juan Domingo llegaron a la panadería y pidieron tres docenas de galletas marineras. Milhojas no tenían más, tenían nada más torta Rogel, que es como lo mismo pero con tapas de pascualina. Pero la escencia nunca sería la misma, por eso dejaron todo de lado y siguieron rumbos separados. Juan Domingo sintió una leve angustia pero se dirigió al lado más blando del sueño. Caléndula le dijo adiós con el dedo gordo del pie y se sentó a esperar en un lavarropas vertical abierto que se usaba como baño público y el caballo Parquet se quedó oliendo las margaritas que crecían en el mostrador. Junto a ellos se posó un jabalí que les dijo:

-Un hombre puede escapar siempre de los problemas. Pero nunca podrá escapar de sí mismo.

-Yaa?

Caléndula era socia fundadora de la sociedad hebraica. Juan Domingo Esternón agarró la ruta Valparaíso que lo llevaba hasta la novena maravilla del mundo: una montaña hecha pura y enteramente de dulce del leche y masa de hojaldre. Cuando nevaba, caía azúcar impalpable y los ríos eran de café con leche. Entiéndanlos, el cumpleaños de Parquet, el caballo, se acercaba. Y no podían dejarlo sin torta de Milhojas. Tan fiel había sido, tanto había sufrido a lo lejos. En su aventura, Esternón visitó lugares fascinantes, como el pueblo de las Montañas Montañosas, o la ciudad del Trekking, el Jogging y el Parapenting. Una vez finalizada la ruta de Valparaíso llegó a un lugar en donde se podía surfear, lo que le sorprendió bastante ya que hacía 2 minutos se había topado con el glaciar Pepe Bondiola. Entonces se fue cantando "Sufring en Pompei". Luego llegó a la tierra de la Metalurgia, que estaba poblada de hormigas calientapavas que saltaban y romían todo. Entonces Juan Domingo se fue cantando "Can I play with Parqueet!" porque lo extrañaba mucho a Parquet.

Fueron muchos años y muchos días, pero finalmente llegó. Llegó y llegó. Era una montaña tan imponente que casi moja sus pantalones cuadrillé. Con un pico y una pala tomó las muestras gratis que el Parque Nacional Tresmilhojas le ofrecía y emprendió su regreso.Ya era otoño en Analecta la Pochola, pero Caléndula y Parquet lo esperaban en el mismo lugar de siempre. Se encontraron, se saludaron con los dedos gordos del pie y Parquet movió las orejas en sentido horario. Metieron el Milhojas en una bolsa junto a las galletas marineras y se fueron a su casa a tomar el té.

Fin.


María Lucía Velarde. 12:15 26/09/06


PD: El padre Jacinto Xerófilo encontró a Dios en un par de zapatos izquierdos.