lunes, 26 de abril de 2010

Noche de Morcilla

En la ciudad, infierno.
Santa Fé ahora es doble mano, y yo no sé cómo vamos a entrar. Aunque ahora que lo pienso, va a ser una re buena excusa para que todos nos abracemos un poco más. Nos tengamos más amor. Amor, amor. Mientras circulamos la calzada.
Yendo para el obelisco.
Obvio que la ciudad es un caos. Pero es NUESTRO caos. Amémoslo.

Amor, basta!

El cobayo no deja de ladrar y pedirme zanahorias mientras estoy cortando lechuga; y semillas mientras como galletas de arroz. Y se para en 2 patas y me dice "hoy la temperatura será de 16 grados, con un cielo parcialmente nublado".
Yo le digo "chau cobayo, gracias".
Es un buen cobayo.

Qué dolor de cabeza ahora, que me recorté la patilla invisible y mi pelo me llega por las rodillas. Las zapatillas ya pude teñirlas de naranja, para que me combinen con la camiseta de Peñarol.

Siembra amapolas y tendrás semillas de lino, que quedan re bien con una ensalada de repollo y una cucharadita de queso blanco light.

Cuando tenga mi blog de recetas, voy a empezar a ser feliz en todo sentido, para poder compartir mis ideas obesas acerca de la comida y de las maravillas que nos da la naturaleza en materias alimenticias. Acabo de decir lo mismo en las dos partes de la oración.

Brisighelli, volvé a mí. Porque Úrsula ya se murió, cuando dejó de llover después de 4 años.
Me queda un cachito así de libro y yo no sé qué hacer.

Este post se trató pura y exclusivamente de comida. El que piense lo contrario, es un capo.

Los amo.

Con amor, Lucía.